La Laguna, una ciudad rebosante de vitalidad

El mejor ejemplo de cómo el ímpetu volcánico trasciende a las personas que habitan en él es La Laguna, una ciudad fascinante y animada repleta de estudiantes gracias a su universidad.

Su trazado se lee como un mapa estelar en el que los puntos cardinales señalan lugares clave de la ciudad. Sirvió de base a las localidades fundadas en la América conquistada por los españoles, y por eso fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1999. El casco histórico está peatonalizado, lo que invita a una exploración sosegada de sus suntuosas y muy bien cuidadas casonas y edificios, que insinúan que durante mucho tiempo fue capital de la isla.

Como elementos que acaparan la atención de sus visitantes están las imponentes puertas y balcones de madera de tea o los zaguanes amplios y acogedores de las entradas de las casas; sumados dan un toque muy pintoresco al conjunto. Una visita guiada es una buena forma de abordarla de la mano de quienes se conocen todas las historias y recovecos de la ciudad.

Puedes comprar vinos de esencia volcánica, artesanía y moda de rabiosa actualidad en las coquetas tiendas del centro. Luego es norma no escrita el acomodarse en sus cafés y tascas impregnados de agradable carácter bohemio. Son escenarios con personalidad en los que refugiarte del bullicio callejero a base de té, café, churros y pastas. Hay quien prefiere emplear incluso más tiempo en ellos dando buena cuenta de bebidas y platos contundentes en la relajada compañía de los hospitalarios laguneros.

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